Nos creímos el centro del universo,
hoy no sabemos dónde estamos.
Esto que fuimos,
porción de tierra,
canción de humo,
fuego y aire;
carne trémula
tejida en jade;
incandescentes,
colmados de dudas,
llenos de dioses,
iluminados
por el frío,
por el hastío
de paraísos
en pura sangre.
De muertes blancas
impronunciables,
de cristos rotos,
de diablos tristes,
de caras grises
indescifrables.
Espadas mudas
de filosos versos,
quemaron frentes
de caballeros;
ellos vestidos
del color
del universo,
el hombre común
del color del cielo.
Colgado del listón de Adán,
el hombre,
preso de su culpa,
no perdonó
su existencia.
Inventó castigos,
al pensamiento
le adhirió pecados
y al cuerpo,
dudas.
Ignorantes de la maravilla
del universo,
nos inventamos amos
y antepusimos la nostalgia
de los profetas falsos
al color blanco,
del jardín de los milagros
y la libertad.
Cerramos la puerta,
amanecimos desnudos.
Colmados de dudas
y faltos de un tercer ojo,
recibimos el siglo veintiuno
con más mitos que glorias,
para seguir buscando,
entre los pantanos del pasado,
la relatividad
de nuestro tiempo,
de nuestro espacio
y el camino que aún no andamos.
Esto somos, no más.
hoy no sabemos dónde estamos.
Esto que fuimos,
porción de tierra,
canción de humo,
fuego y aire;
carne trémula
tejida en jade;
incandescentes,
colmados de dudas,
llenos de dioses,
iluminados
por el frío,
por el hastío
de paraísos
en pura sangre.
De muertes blancas
impronunciables,
de cristos rotos,
de diablos tristes,
de caras grises
indescifrables.
Espadas mudas
de filosos versos,
quemaron frentes
de caballeros;
ellos vestidos
del color
del universo,
el hombre común
del color del cielo.
Colgado del listón de Adán,
el hombre,
preso de su culpa,
no perdonó
su existencia.
Inventó castigos,
al pensamiento
le adhirió pecados
y al cuerpo,
dudas.
Ignorantes de la maravilla
del universo,
nos inventamos amos
y antepusimos la nostalgia
de los profetas falsos
al color blanco,
del jardín de los milagros
y la libertad.
Cerramos la puerta,
amanecimos desnudos.
Colmados de dudas
y faltos de un tercer ojo,
recibimos el siglo veintiuno
con más mitos que glorias,
para seguir buscando,
entre los pantanos del pasado,
la relatividad
de nuestro tiempo,
de nuestro espacio
y el camino que aún no andamos.
Esto somos, no más.
Imagen: La persistencia de la memoria (Salvador Dalí)
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