Tic-tac-krrr, tic-tac-krrr, tic-tac-krrr.
Era cierto; después de tantos años con su acostumbrado mal dormir, encuadrado en la rutina dual en que había vivido -abrir, cerrar, abrir, cerrar-, lo había descifrado, y fue tan claro como si siempre hubiese estado ahí, como si de repente el sonido tuviera forma visible, y pareciera una escamosa serpiente que con mecánico arrastre lo hipnotizara.
Tic-tac-krrr, tic-tac-krrr, tic-tac-krrr.
“El tiempo, más que lineal, regresa para comerse a sí mismo”. Sonrió y cayó, por primera vez desde la infancia, serenamente dormido. No era un perturbador binomio.
Tic-tac-krrr, tic-tac-krrr, tic-tac-krrr.
Esa noche descubrió, de la nada, que la serpiente trueca su camino a cada deslizamiento mientras lo escarcha con su estela de piel.
El tic-tac-krrr, bosquejaba un trazo, un dejo, un algo propio, una posible mismisidad.
Tic-tac-krrr, tic-tac-krrr, tic-tac-krrr.
Tic-tac-krrr, tic-tac-krrr, tic-tac-krrr.
Abrir-cerrar-permanecer.
Ivan Valmun.
Era cierto; después de tantos años con su acostumbrado mal dormir, encuadrado en la rutina dual en que había vivido -abrir, cerrar, abrir, cerrar-, lo había descifrado, y fue tan claro como si siempre hubiese estado ahí, como si de repente el sonido tuviera forma visible, y pareciera una escamosa serpiente que con mecánico arrastre lo hipnotizara.
Tic-tac-krrr, tic-tac-krrr, tic-tac-krrr.
“El tiempo, más que lineal, regresa para comerse a sí mismo”. Sonrió y cayó, por primera vez desde la infancia, serenamente dormido. No era un perturbador binomio.
Tic-tac-krrr, tic-tac-krrr, tic-tac-krrr.
Esa noche descubrió, de la nada, que la serpiente trueca su camino a cada deslizamiento mientras lo escarcha con su estela de piel.
El tic-tac-krrr, bosquejaba un trazo, un dejo, un algo propio, una posible mismisidad.
Tic-tac-krrr, tic-tac-krrr, tic-tac-krrr.
Tic-tac-krrr, tic-tac-krrr, tic-tac-krrr.
Abrir-cerrar-permanecer.
Ivan Valmun.
0 comentarios:
Publicar un comentario