La más sencilla manera de definir a la mentira sería hablar de ella respecto a la verdad: Lo contrario a la verdad. La persistencia de una acción u omisión que contradice de manera directa o indirecta a la verdad. Sin embargo, con ello no digo nada, y aquel viajero del espacio que desconoce ambas palabras no tendría mínima idea de la paradoja conceptual a la que nos enfrentamos.
Para definir a la verdad, recurriríamos al mismo vericueto, definirla en contradicción a la mentira. Pero ya hemos dicho que este par de encantadoras mujeres, hechiceras de la construcción del mundo, no pueden definirse una en relación de la otra.
Entonces es común recurrir a una estrategia más avanzada. Llamamos a escena a unos cuantos invitados que hagan de amantes de nuestro dúo materno: virgen-puta. El engaño rápidamente queda seducido por la mentira y después de unos cuantos minutos copulan salvajemente sobre la cama de la conciencia de alguno. La racionalidad se enamora de la verdad y después de algunas batallas del cortejo ambas terminan satisfaciéndose con los cuerpos ensanchados de su naturaleza.
Pero las brujas creacionistas, que para este momento hemos descubierto que son hermanas, no quedan satisfechas con sus pasiones y continúan el idilio del placer compartiendo recamara con diversos amantes. Los tabloides relatan que la mentira ha sido vista con lo falso y con el daño en un ménage à trois histórico presenciado por un reportero oculto bajo las sabanas. La verdad por otro lado, más recatada, pero con la misma intensidad de su cuerpo húmedo, se embauco en un lío amoroso con la certeza compartiendo a su amante con la honestidad.
Estás hechiceras de la creación del mundo -porque valga recordar que las palabras hacen al mundo, y que lo importante de las palabras no es el significado, sino el significante- tenían dioses propios de su devoción. Como cualquier mortal de la creación, la fe de la mentira se encamino hacia La Maldad, mientras que la verdad se inclinó por el culto a La Bondad.
A decir verdad estás mujeres siempre jugaron con nuestra percepción; con el paso del tiempo ambas se volvieron insoportablemente relativas. Como un camaleón tropical, la mentira y la verdad podían transformarse una en la otra y viceversa. Incluso se ha llegado a especular por los expertos del show bussines (filósofos, poetas y científicos del alma), que la encarnación dual de este Ser es un encantamiento magistral, y que en realidad se trata de una sola criatura maléfica y bondadosa a la vez, a la cual algunos han tenido a bien llamar La Vertira (conjunción de verdad y mentira).
A partir de este descubrimiento mítico-histórico todos los actos se volvieron relativos: un asesinato dejo de denominarse un crimen y fue llamado un acto de heroísmo, un beso fue considerado una traición y la infidelidad fue un acto de expiación. La mentira y la verdad se transformaron en un juego de palabras y se redujeron a su forma gramatical. Sin embargo, su hechizo quedo impregnado en los discursos humanos, y aún hoy este par de brujas juega con la dirección de nuestras intenciones. Ambas tan sensuales y amorosas comparten amantes, porque en el fondo siempre han sido la misma mujer.
Para definir a la verdad, recurriríamos al mismo vericueto, definirla en contradicción a la mentira. Pero ya hemos dicho que este par de encantadoras mujeres, hechiceras de la construcción del mundo, no pueden definirse una en relación de la otra.
Entonces es común recurrir a una estrategia más avanzada. Llamamos a escena a unos cuantos invitados que hagan de amantes de nuestro dúo materno: virgen-puta. El engaño rápidamente queda seducido por la mentira y después de unos cuantos minutos copulan salvajemente sobre la cama de la conciencia de alguno. La racionalidad se enamora de la verdad y después de algunas batallas del cortejo ambas terminan satisfaciéndose con los cuerpos ensanchados de su naturaleza.
Pero las brujas creacionistas, que para este momento hemos descubierto que son hermanas, no quedan satisfechas con sus pasiones y continúan el idilio del placer compartiendo recamara con diversos amantes. Los tabloides relatan que la mentira ha sido vista con lo falso y con el daño en un ménage à trois histórico presenciado por un reportero oculto bajo las sabanas. La verdad por otro lado, más recatada, pero con la misma intensidad de su cuerpo húmedo, se embauco en un lío amoroso con la certeza compartiendo a su amante con la honestidad.
Estás hechiceras de la creación del mundo -porque valga recordar que las palabras hacen al mundo, y que lo importante de las palabras no es el significado, sino el significante- tenían dioses propios de su devoción. Como cualquier mortal de la creación, la fe de la mentira se encamino hacia La Maldad, mientras que la verdad se inclinó por el culto a La Bondad.
A decir verdad estás mujeres siempre jugaron con nuestra percepción; con el paso del tiempo ambas se volvieron insoportablemente relativas. Como un camaleón tropical, la mentira y la verdad podían transformarse una en la otra y viceversa. Incluso se ha llegado a especular por los expertos del show bussines (filósofos, poetas y científicos del alma), que la encarnación dual de este Ser es un encantamiento magistral, y que en realidad se trata de una sola criatura maléfica y bondadosa a la vez, a la cual algunos han tenido a bien llamar La Vertira (conjunción de verdad y mentira).
A partir de este descubrimiento mítico-histórico todos los actos se volvieron relativos: un asesinato dejo de denominarse un crimen y fue llamado un acto de heroísmo, un beso fue considerado una traición y la infidelidad fue un acto de expiación. La mentira y la verdad se transformaron en un juego de palabras y se redujeron a su forma gramatical. Sin embargo, su hechizo quedo impregnado en los discursos humanos, y aún hoy este par de brujas juega con la dirección de nuestras intenciones. Ambas tan sensuales y amorosas comparten amantes, porque en el fondo siempre han sido la misma mujer.
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