entre los valles
castaños
en los que atrapo al mundo.
Ondas polares
penetraron abruptas
cubriendo monumentos
levantados en memoria del amor.
Siendo poeta
no podía hacer mucho al respecto;
Sólo extender los brazos
y cubrir con mi abrigo
el canto frágil
de las aves otoñales,
para que llegado abril
volvieran a engendrar los parques
y anidar en los muros
húmedos
de la Toluca antigua.
A veces es malo recordar tanto,
pero es peor perder el pasado;
hacerse viejo pronto
y rendirse ante el frío.
Tenía que salvar al amor,
su olor,
el recuerdo de su textura.
Tenía que salvarme del invierno,
luchar contra el olvido,
contra las catedrales,
sin dejar que las aves
se congelaran
clavadas a las cruces
y a las espinas
que engendra la nostalgia.
Ayer fue casi invierno
entre los valles
castaños
en los que habita el mundo.
Cuando estuve a punto de hipotermia
escribí tu nombre entre la nieve.
Lo juro,
la sangre se me volvió fuego.
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