sin embargo,
te necesito.
Y también te necesitan los osos polares
y la ceguera de los murciélagos,
y también las manchas solares
y el infinito del universo.
Digo te necesito
y bien podría decir, te necesitamos.
La tierra árida y los peces,
el estómago vacío del niño
y el anciano con sus lágrimas.
La sangre del oro
y las balas que saben a besos
y los besos que saben a balas.
De cualquier manera
te necesito.
En la tarde después de la lluvia,
en una mañana de limosnas,
en los gritos del mercado,
en la soledad de la escuela,
o en la vacuidad de los arrabales.
Digo te necesito,
y hay tiempo y guerra,
y bien podría decir,
estoy jodido.
Porque esta necesidad
es la estúpida consecuencia
de no tenerte aquí,
a mi lado.
Digo te necesito
y no me importa la ortografía,
tampoco la sintaxis,
ni la gramática,
después de todo,
sólo te necesito.
Foto: Maxgiani
1 comentarios:
La necesidad que surge del deseo es de las más justificables por su naturaleza egoísta. Hasta para la poesía rosa hay que saber pintar. Esta vez me ha gustado, supongo que porque es un rosa apagado, resignado, meláncolico, no empalagoso.
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