cuando hablo contigo y sobre ti.
Decirte por ejemplo
que tus redenciones clasistas
me parecen abominables,
o que la carrera que estudias
es indignantemente burguesa,
es decirte en pocas palabras
que quisiera acompañarte por las tardes.
Miserablemente escribo para que me leas.
Un día de Octubre cuando revises
la antología de poetas desconocidos,
una tarde que la electricidad falle
y las baterías de la radio mueran de olvido.
Un día de Octubre cuando revises
la antología de poetas desconocidos,
una tarde que la electricidad falle
y las baterías de la radio mueran de olvido.
Me encanta desperdiciar las palabras
que no generan impuestos
cuando corren hacia tu balcón.
Decirte por ejemplo
que la pobreza no termina
con las buenas intenciones,
o que fumar un cigarro es una
buena manera de hacer digestión,
es decirte en pocas palabras
que me agrada la mirada que reflejas en mis pupilas.
Escribo esto para seguirte los pasos,
imaginando que no tienes un mundo
frente a ti que me aleje de tu pensamiento,
esperando que la extinción de la especie
nos deje algún día solos en el universo.
imaginando que no tienes un mundo
frente a ti que me aleje de tu pensamiento,
esperando que la extinción de la especie
nos deje algún día solos en el universo.
Invitarte por ejemplo
a una sala de concierto de Wagner,
escucharte hablar de los viajes que no has hecho
y los laberintos vespertinos que acostumbras,
es en el fondo un desperdicio de palabras,
y me encanta la manera en como las amontonas
sin saberlo, quizá alguna de ellas se haya ido
en tu bolsa, para decirte que: en resumen,
mis manos serpientes ansían poseerte.
Foto: Dulce Maria
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