Usted no puede verla
pero yo sí
porque tengo los ojos curados de espanto.
Si usted gusta,
yo puedo espantarle a ese demonio que carga en sus espaldas.
La señorita
muy sería volteó y me dijo:
-no hace falta muchacho,
es la sombra de mi sombra
y la llamo amor-
Ten cuidado
y no la mires a los ojos
porque te devora.
Foto: Diego A. Marino
0 comentarios:
Publicar un comentario