tus pechos flotaran por entre el vino y la sangre.
Me encanta que pequemos por sobre
las manos crucificadas de tu cristo,
tu cristo de madera apolillada y cerámica débil.
¿A caso tu cristo controla mis erecciones?
Ven a mi cuerpo y purifícate de la redención teatral,
de las oraciones que van hacia la nada
y las reliquias-esperanzas de los locos.
No somos más que bestias animales,
pequemos de estúpidos sobre el verbo hecho hombre.
Nada sucederá si te excitas ante sus ojos,
porque las mitologías no lastiman a nadie,
a menos que se vuelvan metáfora.
Y entonces las muchedumbres podrán martirizarnos,
habremos de morir por la sagrada lanza de los prejuicios
y seremos santos de nuestra propia devoción,
el amor a Eros en contra de la cristiana bondad de la hipocresía.
Desnúdate, desnúdate que yo te ayudare.
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