Todos los hombres son al mismo tiempo diferentes hombres, en nada debería extrañarnos que se maten unos a otros por cualquier pretexto superfluo: la religión, el territorio, el honor, la traición y la ignorancia.
Todos son diferentes de los otros y en nada se parecen salvo en un instante mágico de la existencia: en el coito todos los hombres se hermanan y más precisamente en el orgasmo. Es ahí el único momento en el que todos los seres se convierten verdaderamente en hermanos.
Cuando el coito les conduce a ese extraordinario momento de explosión multisensorial, los hombres se vuelven parte de una misma corriente, una misma sangre y un mismo grito de éxtasis y dolor, porque el placer se encuentra en la propia felicidad y en el sufrimiento al mismo tiempo.
El ritmo del corazón se vuelve uno con el universo y la natura, y la tierra se vuelve profundamente nuestra. En este sentido, la propuesta de Sir Denton era simple y para nada compleja: las decisiones trascendentales del mundo deberían de tomarse en un momento de orgasmo compartido.
Foto: josemazcona, flickr
Cuando el coito les conduce a ese extraordinario momento de explosión multisensorial, los hombres se vuelven parte de una misma corriente, una misma sangre y un mismo grito de éxtasis y dolor, porque el placer se encuentra en la propia felicidad y en el sufrimiento al mismo tiempo.
El ritmo del corazón se vuelve uno con el universo y la natura, y la tierra se vuelve profundamente nuestra. En este sentido, la propuesta de Sir Denton era simple y para nada compleja: las decisiones trascendentales del mundo deberían de tomarse en un momento de orgasmo compartido.
Foto: josemazcona, flickr
1 comentarios:
Un saludo especial a mi escritor consentido quien desempeñando su más noble función da testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir.
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