Leí el abecedario -en su resumen- con tu nombre
Supe que te amé como el sol a los planetas,
-o sea con atracción y lejanía-
que tu aureola de plástico y alambre
te convertía en la reina sintética de los pétalos del mundo.
¡Cómo pasa la vida en movimientos celestes y terrícolas!
Hace trescientos giros que,
como un alfiler en la cama,
nadaste -partícula inmisericorde de sangre-
en mi carne petri-forme,
que corriste de los pies de ogro
a las neuronas de dios;
te reinventabas como el infinito,
y con tus garras metálicas de alfiler
-como controlador de hormonas-
te dormiste en mi epidermis, en mis vasos, mi intestino.
Hoy me volví a sentir el rumiante que nunca deje de ser,
y de entre la hierba como de entre las nubes
-flor, nombre, alfiler-
te descubrí en mi hocico –nuevamente- liberado,
en viaje a mis adentros, no descrito por Verne.
Hoy con una nausea de embarazo te tuve de nuevo en las entrañas
¡Cómo negar, entonces, lo entrañable que fuiste!
Te comí tanto tantas veces,
y te soñé parte de mí en tal medida
que te hice yo, yo te hice vida
te hice, te comí, existes, desapareces.
Iván Valmun.
1 comentarios:
Qué hermosura, por favor!
Me has dejado sin palabras!
El desenlace y el último párrafo...
Es para leerlo una y mil veces!
Siempre pienso en todas las cosas que pasan entre dos personas y despues no pasan mas, son de otro tiempo, de otra cotidianeidad, es difícil de creer.
Gracias por esto!
Besotones!
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