
Inmóvil en la fuente de la plazuela Eurídice parece esperarme desde hace tantos años, quizás desde hace una eternidad. No hay duda de que ella es la costilla que ha sido extirpada de mi costado, me duelen las alas de verla sin tenerla a mi lado, me duele más el color caferde de su mirada.
¡Regálame tus ojos para exprimirlos en mi poesía! Extingue las notas invisibles del silencio y como acariciando tu cabello, déjame tocar la lira para hacer llorar a los tormentos. Hija de dioses, de valles y montañas, tu silueta tiene la forma del universo. Amante de la incertidumbre, tengo más miedo de ti que de mi padre Apolo.
Que tus labios pronuncien los filamentos de mi nombre: Orfeo. Has nacer a nuestro primer hijo, el lenguaje, amamántalo con palabras lechosas que hablen de ti; procúralo con las tardes en que caminaremos hacia tú casa; hazlo vivir, vivir, tan sólo con una mirada discreta y escondida.
Calíope dice que estoy raptado, pero no, es mentira, tú bien sabes Eurídice, que sólo estoy enamorado. Este momento que emerge de entre lo profano se convierte en un instante de sacralidad, he ahí los ojos árabes de Eurídice abriendo la primera puerta para entrar al túnel, bienvenido sea yo.
Carlos Duna
¡Regálame tus ojos para exprimirlos en mi poesía! Extingue las notas invisibles del silencio y como acariciando tu cabello, déjame tocar la lira para hacer llorar a los tormentos. Hija de dioses, de valles y montañas, tu silueta tiene la forma del universo. Amante de la incertidumbre, tengo más miedo de ti que de mi padre Apolo.
Que tus labios pronuncien los filamentos de mi nombre: Orfeo. Has nacer a nuestro primer hijo, el lenguaje, amamántalo con palabras lechosas que hablen de ti; procúralo con las tardes en que caminaremos hacia tú casa; hazlo vivir, vivir, tan sólo con una mirada discreta y escondida.
Calíope dice que estoy raptado, pero no, es mentira, tú bien sabes Eurídice, que sólo estoy enamorado. Este momento que emerge de entre lo profano se convierte en un instante de sacralidad, he ahí los ojos árabes de Eurídice abriendo la primera puerta para entrar al túnel, bienvenido sea yo.
Carlos Duna
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