lo envolviste en un corazón, le diste de beber tres gotas de sol
y nos quedamos abrazados
esperando que nadie fuera a pisarnos.
y el amor una duna en el tablero,
siempre el paso siguiente, siempre...
Hoy pasé por aquella acera del centro de la ciudad,
de esa pequeña ciudad invisible que solo nosotros supimos que existe
y no iba conmigo ni tu duelo,
pero la banqueta se soltó a llorar.
Juro que no fue por aquella tubería rota de saliva que guardé a tus besos fallidos,
ni por los zafiros de las nubes grises,
nunca por el rally de fantasmas fumando por mis ojos
o eso que muchos llamamos nostalgia;
era algo más allá.
MARIO, era ese nombre,
ese nombre en un día tan extraño.
Y aunque todo existe en el lenguaje,
en aquél momento comprendí
que las palabras y las cosas
no siempre están unidas,
como ése, el que ahora soy.
2 comentarios:
Esto está maravilloso!!!!
Un día escribiste mi nombre en cemento fresco
como si fuera a ser un epitafio,
lo envolviste en un corazón, le diste de beber tres gotas de sol
y nos quedamos abrazados
esperando que nadie fuera a pisarnos.
Tu lo escribiste?
es la primera vez que camino en tu blog, llegué
aquí desde tu visita a Vía Poesía!!!
Un abrazo y te felicito,
Thelma
(entro por anónimo porque no puedo entrar con mi identidad de blogger)
en fin...
desde vía poesía!
SI, LO ESCRIBÍ YO MISMO. MUCHAS GRACIAS POR TUS COMENTARIOS. ESPERO PODER TENER CONTACTO CONTIGO.
GRACIAS.
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