- el odio
-¿y qué es más peligroso que el odio?
-el diablo
-¿y qué es más peligroso que el diablo?
-Dios
-¿y qué es más peligroso que Dios?
-el hombre
-¿y qué más peligroso que el hombre?
-la mujer
-¿Y qué la mujer?
-la eternidad
-¿y qué es más peligroso que la eternidad?
-la indiferencia…
-¿y qué la indiferencia?
-el eco de los suspiros arremolinándose por las paredes del corazón...
María cerró los ojos una tarde de marzo y jamás volvió a abrirlos. La muerte canta tan lejana a esta Villa, la muerte lejana, lejana festeja la amargura y lejana está mi María…
Nunca pregunté qué era más peligroso que la muerte. La vida tiene una división sustancial entre el exterior de una ventana y el interior de esta. Afuera encontrarás valles, ríos, sol, lluvia; adentro encontrarás una casa oscura alumbrada por la luz tenue de algunas velas, con olor a madera y un ambiente húmedo. Ahí, arrinconado en uno de los pasillos hay un viejo cuadro que apenas se distingue; versa “agonía, siempre agonía…”.
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