para sí
excepto al otro.
Únicamente la voz revuelta
del amante en la soledad
de la habitación
satisface la miserable hambre
del enamorado.
Sólo la pasividad del cuerpo
entregado
apacigua el muro de fuego
que se levanta del pecho
del amoroso.
Dedos incendiados,
llamas en los dedos,
brazos quemados y
labios en combustión;
un sexo para silenciar
el infierno;
unos ojos que sirvan
de refugio
para el condenado;
un agujero a la altura
de la costilla derecha
para esconder las poesías
más ridículas.
La necesidad apremiante,
los besos, las palabras,
sólo el otro,
sólo el otro
y nada más.
Foto: Paranoica Candy Blues
2 comentarios:
Olvídalo, qué hueva me das.
El comentario más sincero hasta ahora, toda la razón, y una lástima apreciable, es que como dice Sabines: "Digo que no puede decirse el amor. El amor se come como un pan, se muerde como un labio, se bebe como un manantial".
Hace falta un hueco amoroso para escribir así de rapaz.
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