Esta ciudad es fría
y con pocas lavanderías
-la chica del hostal me ha dicho
que en domingos nadie trabaja,
y es verdad, la ropa sucia
tendrá que esperar una semana más-
también es triste,
las calles largas
se revientan de soledades
y lujurias contenidas,
ni siquiera la mañana
a tientas por el subterráneo
me sabe al vino tinto
de por la noche.
Esta ciudad está cansada,
nunca encuentras nada y
todo lo que hay jamás
lo necesitas
-ni el beso de
aquella estudiante blanca
con ojeras en los pezones
se ha vuelto necesario-
Esta ciudad es lenta y
ruidosa y terca y simulada,
no hay nada que hacer por ella
o por ellos, nadie cambiaría
el maldito teatro de
lluvia vespertina y vientos
en el rostro.
Yo me encierro en la habitación
con un Cabernet barato y
una copa mal lavada,
que al final acabara rota
y yo terminaré por beber
directo de la botella
para embriagarme,
la ciudad me parece entonces
más oscura,
pese a Piazzolla
y los tangos,
la ventana escupe
rostros y tránsitos y
basura,
y en medio de la ebria soledad,
pienso que a esta ciudad
le hace falta una
buena dosis de tu sonrisa,
una milonga de tus caderas,
un discurso malogrado
de tus pestañas,
es que esta ciudad sería
radiante contigo,
incluso la lluvia
se tornaría cálida y abrazadora.
y con pocas lavanderías
-la chica del hostal me ha dicho
que en domingos nadie trabaja,
y es verdad, la ropa sucia
tendrá que esperar una semana más-
también es triste,
las calles largas
se revientan de soledades
y lujurias contenidas,
ni siquiera la mañana
a tientas por el subterráneo
me sabe al vino tinto
de por la noche.
Esta ciudad está cansada,
nunca encuentras nada y
todo lo que hay jamás
lo necesitas
-ni el beso de
aquella estudiante blanca
con ojeras en los pezones
se ha vuelto necesario-
Esta ciudad es lenta y
ruidosa y terca y simulada,
no hay nada que hacer por ella
o por ellos, nadie cambiaría
el maldito teatro de
lluvia vespertina y vientos
en el rostro.
Yo me encierro en la habitación
con un Cabernet barato y
una copa mal lavada,
que al final acabara rota
y yo terminaré por beber
directo de la botella
para embriagarme,
la ciudad me parece entonces
más oscura,
pese a Piazzolla
y los tangos,
la ventana escupe
rostros y tránsitos y
basura,
y en medio de la ebria soledad,
pienso que a esta ciudad
le hace falta una
buena dosis de tu sonrisa,
una milonga de tus caderas,
un discurso malogrado
de tus pestañas,
es que esta ciudad sería
radiante contigo,
incluso la lluvia
se tornaría cálida y abrazadora.
2 comentarios:
Demasiada nostalgia y melancolía juntas. Es una pena que no hayas disfrutado del lugar en el que estabas por lo que no estaba. Es lo jodido del "amor".
Mora, aca saludos, sé que estas de vuelta... Vas a Argentina y solo se te ocurre un poema de amor nostálgico? o de plano estas enamorado o te falto inspiración, este escrito es más una narración que un poema, es inecesaria la versificación, es engañosa. Creo que ese viaje te dejo más motivos búscalos, úsalos, esto lo pudiste haber dicho de una tarde en coyoacán.
Iván.
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