en tu boca
y tu boca en el pensamiento
inclinádose a la tierra.
Después la carne inflamada
y los pechos apuntando al norte
y las mejillas altivas
de placer.
Ahora me devuelvo
a la palabra,
al terreno en que nos conocimos
y nos hicimos,
me destierro del cuerpo y
te beso desde las áridas planicies
del pensamiento.
Tengo vuelos demorados
y ciudades frías con mujeres
que vienen y convienen
en mis manos.
Escribiendo desde una
triste cabina de aeropuerto,
tengo cristales molidos
y prisas de hostal acumuladas.
Pero ten cuidado y te
encuentro (a mi regreso)
hecha sombra
porque entonces, no importa
si ya no me recuerdas,
me derrumbaré entre
los huecos de tus piernas
y pervertiré de nuevo
el verbo y el verso primigenio,
dejaré en libertad
al asesino que en verdad soy.
1 comentarios:
Me gusta la poesía hecha en sala de espera, tiene ese aire de angustia melancólica. Es buena.
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