e historias de cronopios,
había leído y escuchado
de aquella turba de mujeres furiosas,
cuyo principal regocijo era decapitar a sus amantes.
Algunos ingenuos las llamaban ninfas,
otros tantos ménades,
e incluso los había los que las llamaban brujas.
Yo por mi parte, siempre había pensado
que se trataba de un mito,
hasta que una noche me tope con una de ellas.
Su nombre ni siquiera importa,
porque su aspecto majestuoso
la definía por sí misma.
Con serpientes como cabellos
y un cinturón de cascabel a la cintura,
la gorgona lanzaba sortilegios de la boca
y sus palabras envenenaban los costados.
Medusa de la era moderna,
entre las miradas de ángel y el cuerpo diminuto
escondía las garras de una arpía.
Yo no podía saber que de esas mujeres existían,
de esas que una noche te piden acostarse en tu cama,
y hierven el cuerpo por las sabanas,
arrastrando tus manos a sus pechos.
Tampoco sabía que de madrugada despertaban
y volaban por la ventana para desaparecer,
llevándose consigo tu cabeza.
Sirviendo de prevención y ayuno,
he de decir que las despiadadas vampiras
aletean sus cuerpos en la penumbra,
conspirando para arrancar la cabeza de alguna victima.
Difícil es recuperarla después de la muerte,
quizá sólo en un intercambio para otorgar
el corazón y recibir de nuevo la lucidez.
Sirva de ejemplo mi mala pasada,
de noche todos los gatos son pardos,
y también hay las mujeres con ojos de gato.
Foto jipps
4 comentarios:
Pero cuánto ardor, caray. El dolor interfirió con tus habilidades poéticas.
Que tal esta mi escritor favorito, este si que me gusto, se ve que te pego duro chiquito, ni hablar. Cuidate.
seguro regresa..
no cres?
un gusto haberte leido
hasta pronto....
El único detalle que puedo resaltar es que tienes una fotografía onírica de una ¡verdadera medusa!.
Caramba, si que este cabello lo es.
Publicar un comentario