un sueño constante,
un anhelo de dar razón a la existencia.
Alcanzar al amor
es una tragedia, un constante extravío.
Miramos sólo una parte del espejo;
la nuestra
y anhelamos lo amoroso en función de poder ser amados
y poseer siendo poseídos.
Envolvemos al otro con el manto invisible de nuestros ideales,
le inventamos un reflejo, una lealtad, una textura
y un cúmulo de personalidades.
Apenas somos nombrados por él,
nos inventa una existencia
y todo se vuelve un laberinto de espejos;
nos aventuramos en él
y continuamente nos extraviamos entre máscaras,
promesas, tactos y sudores.
Que tarde comprendemos que aquel laberinto es sólo un lado del espejo,
el nuestro, el de nuestra historia.
Lo invitados concurren como reflejos en las paredes
y cuando nos miramos de frente,
es porque un portal nos hace coincidir;
pero cierto día se van por donde vinieron a recorrer su propio laberinto
o simplemente mueren por la espada de Teseo, sin poder nosotros evitarlo.
Que magia se esconde detrás de todo.
El único poder que nos es otorgado, es la nostalgia;
ni siquiera el del instante en que se ha coincidido,
sólo la posesión del recuerdo.
La existencia es entonces,
un continuo adiós que no acepta pasaportes de eternas coincidencias;
por tanto,
las ausencias son posiblemente,
el nulo reflejo de alguien
en las frías paredes de las migraciones de pasillos de hielo.
¿Y el amor?
el amor un ideal muy parecido
a la vida,
con una dosis de muerte
y algarabía .
un anhelo de dar razón a la existencia.
Alcanzar al amor
es una tragedia, un constante extravío.
Miramos sólo una parte del espejo;
la nuestra
y anhelamos lo amoroso en función de poder ser amados
y poseer siendo poseídos.
Envolvemos al otro con el manto invisible de nuestros ideales,
le inventamos un reflejo, una lealtad, una textura
y un cúmulo de personalidades.
Apenas somos nombrados por él,
nos inventa una existencia
y todo se vuelve un laberinto de espejos;
nos aventuramos en él
y continuamente nos extraviamos entre máscaras,
promesas, tactos y sudores.
Que tarde comprendemos que aquel laberinto es sólo un lado del espejo,
el nuestro, el de nuestra historia.
Lo invitados concurren como reflejos en las paredes
y cuando nos miramos de frente,
es porque un portal nos hace coincidir;
pero cierto día se van por donde vinieron a recorrer su propio laberinto
o simplemente mueren por la espada de Teseo, sin poder nosotros evitarlo.
Que magia se esconde detrás de todo.
El único poder que nos es otorgado, es la nostalgia;
ni siquiera el del instante en que se ha coincidido,
sólo la posesión del recuerdo.
La existencia es entonces,
un continuo adiós que no acepta pasaportes de eternas coincidencias;
por tanto,
las ausencias son posiblemente,
el nulo reflejo de alguien
en las frías paredes de las migraciones de pasillos de hielo.
¿Y el amor?
el amor un ideal muy parecido
a la vida,
con una dosis de muerte
y algarabía .
1 comentarios:
Este debe ser el primero....sin duda.
La razón por la que el amor se vuelve tan fascinante es su carácter impredescible, no sólo por cómo llega, más bien por cuanto lo compone,aquello que a cada momento se idealiza, se concibe y una vez que se marcha, se reprocha y se pretende olvidar, porque nunca es suficiente el aprendizaje como para reconocer que siempre buscamos cubrir nuestras expectativas del otro, sin comprender que todo es momentáneo....
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