Entonces el adiós se cubrió de fango
y el olvido de hierba.
Te negaste al error de Eurídice
y yo me ordené al ejemplo de Ulises
respetando el acuerdo;
los dioses nos habían despreciado
cubriendo con Ares a Eros.
Velamos nuestro amor
como a un justo y noble príncipe
muerto en el campo de batalla;
dos lágrimas de oro en sus ojos
prendieron fuego a su barca
y lo dejamos al río
extinguir su alma.
Imploramos a la grandeza de Aquiles
sepultar el dolor en la las ruinas troyanas
y descubrimos que el desamparo tiene más vida
que la sangre de la gloria humana.
El tiempo redujo todo al mito;
veinticuatro lágrimas de historia
y por cada una,
una rapsodia Ilíada.
Tras esa tarde de otoño, Helena,
la esperanza
es un imperio en llamas.
Cuadro: Aquiles vs Escamandro (Pilar Vega Pérez)
0 comentarios:
Publicar un comentario