Podría, como todo escritor,
empezar por describirte,
decir por ejemplo
lo que hay en tus ojos,
lo que me narran
que ocultas en el cajón de tu mirada.
Pero eso es más difícil de escribir
que describir por qué te quiero.
No te quiero por que sos mi cómplice,
ni te quiero a las diez de la mañana ni a las once.
Te quiero en sentido cierto.
¿Te das cuenta, te das color
que el querer nada tiene que ver,
en principio, con el amor?
Yo que no quiero querer,
lo descubrí leyendo mensajes de cartón
en las nuevas hojas del Internet,
con los disfraces que no infringen el anonimato;
ya sabes, en español
te quiero implica o aparenta cariño,
mas en mi lengua,
pura y mía, que te comparto,
significa te quiero.
Mis amigos anti-cupido
me recomiendan que te olvide,
lo alejaron con ropajes de moda
y la invitación a un burdel.
Me dicen que despoje mis sentires
en metáforas de agua o de azúcar;
pero no puedo.
“Qué digna que eres, que eres humo,
una efigie fantástica de mi imaginación,
yo sé que eres una flor real en el cielo
de todo el que te observa,
y que no puede agarrarte”
Porque saben y me convencen
que eres inalcanzable,
como la flor azul reinando
en su cadena de astros inconcebibles.
Pero ven tus luces de lejos,
yo que me he quemado
con tu roce incandescente
te busco para consumirme.
Yo te mando con dios
y tu me mandas con él de regreso,
no te encuentro.
Será, en realidad, que nunca te he tenido de cerca
y que las ráfagas de ti
me llagan y llegan traicioneramente
por los años de luz que nos separan.
Yo,
cobijado por mi desamparo de libros y sombreros,
hijo ilegítimo de Sánchez verdadero,
de las batallas que se volvieron música popular,
extraído de vírgenes madres,
quiero en tu seno mi consuelo.
Tú,
concebida de semillas comunes y de cristal,
floreciste en azucena particular
que alegra todos los prados,
ah princesa de tu universo,
busco en tu seno mi consuelo.
Sal de tu caverna espiritual,
entra en mi mundo,
vacío está para poblarlo
con tus inventos de majestad auténtica.
Ya ves María I, aquí estoy.
Te quiero, por eso te quiero
Enséñame a volar con tus pétalos de colores comestibles,
invítame a sentarme junto a ti,
a dejar de bailar solo,
a diseñar un escenario propio, espectacular.
Olvida las palabras, las letras y la poesía
en tus manos son caricias, miradas... y un beso;
ráfagas de mí.
Y con ello, qué haces, qué respondes;
no estoy hablando de amor.
Te quiero.
empezar por describirte,
decir por ejemplo
lo que hay en tus ojos,
lo que me narran
que ocultas en el cajón de tu mirada.
Pero eso es más difícil de escribir
que describir por qué te quiero.
No te quiero por que sos mi cómplice,
ni te quiero a las diez de la mañana ni a las once.
Te quiero en sentido cierto.
¿Te das cuenta, te das color
que el querer nada tiene que ver,
en principio, con el amor?
Yo que no quiero querer,
lo descubrí leyendo mensajes de cartón
en las nuevas hojas del Internet,
con los disfraces que no infringen el anonimato;
ya sabes, en español
te quiero implica o aparenta cariño,
mas en mi lengua,
pura y mía, que te comparto,
significa te quiero.
Mis amigos anti-cupido
me recomiendan que te olvide,
lo alejaron con ropajes de moda
y la invitación a un burdel.
Me dicen que despoje mis sentires
en metáforas de agua o de azúcar;
pero no puedo.
“Qué digna que eres, que eres humo,
una efigie fantástica de mi imaginación,
yo sé que eres una flor real en el cielo
de todo el que te observa,
y que no puede agarrarte”
Porque saben y me convencen
que eres inalcanzable,
como la flor azul reinando
en su cadena de astros inconcebibles.
Pero ven tus luces de lejos,
yo que me he quemado
con tu roce incandescente
te busco para consumirme.
Yo te mando con dios
y tu me mandas con él de regreso,
no te encuentro.
Será, en realidad, que nunca te he tenido de cerca
y que las ráfagas de ti
me llagan y llegan traicioneramente
por los años de luz que nos separan.
Yo,
cobijado por mi desamparo de libros y sombreros,
hijo ilegítimo de Sánchez verdadero,
de las batallas que se volvieron música popular,
extraído de vírgenes madres,
quiero en tu seno mi consuelo.
Tú,
concebida de semillas comunes y de cristal,
floreciste en azucena particular
que alegra todos los prados,
ah princesa de tu universo,
busco en tu seno mi consuelo.
Sal de tu caverna espiritual,
entra en mi mundo,
vacío está para poblarlo
con tus inventos de majestad auténtica.
Ya ves María I, aquí estoy.
Te quiero, por eso te quiero
Enséñame a volar con tus pétalos de colores comestibles,
invítame a sentarme junto a ti,
a dejar de bailar solo,
a diseñar un escenario propio, espectacular.
Olvida las palabras, las letras y la poesía
en tus manos son caricias, miradas... y un beso;
ráfagas de mí.
Y con ello, qué haces, qué respondes;
no estoy hablando de amor.
Te quiero.
Juan Iván Valmun.
3 comentarios:
Que bellas palabras y que dulce canción han formado, sinceramente esta poesía ha captado mi atención, y lo más bello es que tambien ha logrado lo que todos buscamos, llegar más adentro, a donde anidan los sentimientos y emociones. Mil besos y nos estamos viendo. con cariño, Rommy
caray..........he descubierto lo celosa q soy, preferia cuando esa poesia era solo para mi........y en especifico esa!!!
No sé de dónde sacas tanta cosa y no me queda más que ser sincera, eres bueno! y lo digo desde mi completa ignorancia pero me gusta, me gusta el placer que causa el leerte, el escucharte, el platicar contigo. Me acuerdo de la película que apenas vimos...yo no sé exactamente lo que es, pero para mí eres un héroe!!!
La hermana que más te quiere.
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