S o el salto.
Este acantilado te ha escogido. Tus reproches o insatisfacción no guardan importancia en este tránsito. Lo que hay abajo nadie lo sabe más que tú. Claro que no se ve el final del viaje, los malos viajeros son los únicos que se interesan por el destino. La caída no es medio sino fin. Ya lo ves? No pienses a dónde irás, ni cuándo llegarás a ese sitio. No llevas paracaídas ni sogas. Solo puedes llevar un objeto en cada mano, qué eliges? Pero decide con cuidado, la Biblia es de poca utilidad a donde vas, si quieres saber de Dios le veras el rostro… es tu última palabra? Tampoco sirve tu reloj de pulsera, abandónalo en el buró de dormir junto a las llaves, identificaciones, dinero; en realidad debes viajar ligero... lleva contigo siempre algo que no pese, qué tal tu mariposa, o aquella manta? No lleves fotografías, para ver el pasado no hay más que mirar dentro de ti, lo que en verdad importa lo tienes grabado en las plantas de los pies, en los pliegues de la carne; la linterna dices? En la real oscuridad no hay luz que valga, los ojos también déjalos, ya te digo que no hacen falta, has de ir ligero... Yo? Acaso estás seguro que existo? Vas entendiendo, irás sólo, nunca ha sido diferente. Se va acercando, aquello que crees ver a lo lejos es tu vórtice, estás preparado? No importa, no hay preparación suficiente para el salto. El vértigo se convierte en hábitat y el que cae se convierte en su habitante. No hay forma de evadir la insaciable ansiedad por arrojarse al vacío. Es tiempo. Haz hecho tu elección? Haz hecho tu elección.
Iván Valdés.
0 comentarios:
Publicar un comentario