después de una madrugada de infierno,
las persianas de las ventanas polvosas
y las sabanas mojadas de nuestra cama.
Hay los cafés de la grand-rue
y los capuchinos demasiado endulzados
para la sal de nuestros labios
y el amargo de nuestras manos.
Hay los libros de Cortázar,
las novelas de Borges
y la teoría neomarxista
apuntalando contra el neoliberalismo.
Hay los programas de chismes en la TV,
las comidas rápidas,
los recuerdos como fantasmas
y los reproches por las tardes.
Hay las invitaciones rechazadas,
las lagrimas olvidadas,
las caricias anheladas
y los besos que jamás llegarán.
Habemos nosotros,
dos desconocidos viejos conocidos,
con sus putas y sus padrotes
y las estupideces que nos empeñamos en llamar amor.
Existe de nuevo entonces la soledad humana,
y hay aquellos que devoran la melancolía,
y habemos quienes la melancolía nos devora,
pero también hay los que prefieren soñar.
Carlosdu
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