Morirás lejos
donde ni dios, ni el diablo
puedan capturar tus ojos.
Donde las montañas
te protejan de huracanes
y un silencio puro
haga de tu nombre
el canto interminable
del arroyo cristalino.
Serás como una esponja
que al último suspiro de noviembre,
absorberá de nubes
las últimas gotas de la luz
de los otoños.
Reposarás del fuego
y de las migraciones de las mariposas
que cada año
te abandonaban
a causa del invierno.
Reposaras del viento
y del pincel del tiempo
que dibujaba arrugas
a la tristeza de tu rostro.
Reposarás del frío
y el sentimiento de abandono
que fue arrancando a trozos
los valles de tus ojos verdes.
¡Verás a Meche,
al güero
y a Chente
a la puerta del barrio
mi viejo!
y ese dios al que tanto protegías
corresponderá al amor
que tanto profesaste
justo juez
para la hermosa obra
que fue tu vida.
Yo por lo pronto
descansaré de la agonía
y el enjambre de avispas
que envenenó mi sangre
tantas madrugadas.
…
Morirás lejos
donde ni dios, ni el diablo
puedan capturar tus ojos;
en un rincón de esta casa
donde yo los cierre
y los besé
y proteja,
donde la muerte
jamás podrá encontrarlos.
1 comentarios:
Siempre que te leo, termino haciendo la misma afirmación, (y te juro que soy objetiva respecto a mis comentarios).
Mario... ¡qué buen trabajo!.
"Serás como una esponja
que al último suspiro de noviembre,
absorberá de nubes
las últimas gotas de la luz
de los otoños".
Un abrazo.
Carolina pOp Art.
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