Se levantó como cada mañana, con ella al lado como cada mañana, con el sol en la alfombra como casi todas las mañanas y bajó a poner café como cada mañana.
Al volver al cuarto llevó alpiste rojo a la caja donde vivía un pajarillo que cada mañana cantaba al amanecer. Levantó la tapa y metió la mano para dejar el alimento carmesí, pero el emplumado no hizo ruido, entonces le untó un par de gotas de ojos sobre el pico y el plumaje, esperando calmar su indiferencia; pero tampoco se escuchó el canto. Algo no iba bien, cada mañana el pajarillo cantaba apenas era alimentado, pero esa mañana…
Baste decir que el pajarillo permaneció inconmovible.
Él tomó su traje, dejó el café frío e intacto, se despidió de ella como cada mañana y salió del cuarto con sus gafas negras.
Jamás volvió...
Cuadro: Jaque Mate (Magritte)
1 comentarios:
Mario, Mario... como siempre ¡me ha encantado!.
Carolina.
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