Algunas tardes te sorprendo asida a mis ojos construyendo un puente de tu boca a la mía que fortalece nuestra alianza.
Otras te noto distante, ajena a todo color y a todo aroma que desprenden los poros de las palabras, y otras eres salvaje como una yegua enardecida por las estepas de mi dorso.
Cambias como la luna con su elegante coqueteo rampante de azulejos y madrigales.
Y hay en tu rostro una ternura inmensa, que no puedo ocultar mi alegría.
En las noches, casi siempre te sorprendo explorando la casa en busca de naranjos para darme de beber de tu boca. ¡Que hermosura la boca tuya! pozo de deseos en el que refresco mi cuerpo adolorido y mi alma agotada. Nunca moriré de sed a tu lado amor mío.
María ¿es que nunca te cansarás de mí? ¿Qué hombre que no reconozco ser y admiras tanto, guardas celosa detrás del telón y proteges tanto del viento y los relámpagos?
Otras te noto distante, ajena a todo color y a todo aroma que desprenden los poros de las palabras, y otras eres salvaje como una yegua enardecida por las estepas de mi dorso.
Cambias como la luna con su elegante coqueteo rampante de azulejos y madrigales.
Y hay en tu rostro una ternura inmensa, que no puedo ocultar mi alegría.
En las noches, casi siempre te sorprendo explorando la casa en busca de naranjos para darme de beber de tu boca. ¡Que hermosura la boca tuya! pozo de deseos en el que refresco mi cuerpo adolorido y mi alma agotada. Nunca moriré de sed a tu lado amor mío.
María ¿es que nunca te cansarás de mí? ¿Qué hombre que no reconozco ser y admiras tanto, guardas celosa detrás del telón y proteges tanto del viento y los relámpagos?
0 comentarios:
Publicar un comentario