contra el olvido,
lo mejor es guardar silencio como la muerte,
no despertar a los demonios de antaño,
entregarse a las arenas del tiempo,
caminar las playas solitarias del presente
y tirar al mar de los recueros,
el azul de la nostalgia.
Huir de los tifones de la quietud de la noche,
fiera vigilante y silenciosa,
inquisidora de la esperanza.
Mira a un enamorado llorar junto a una playa
cuando es de noche
y sabrás porque lo digo.
Los ojos se le vuelven remos,
la soledad barca.
Zarpa a la mar en busca del pasado,
y si ese amor y ese dolor del presente
se le vuelven insoportables como a Orfeo,
jamás lo verás reír de nuevo;
se sentará a escuchar el oleaje de la quietud,
a desangrarse entre la espuma de la orilla,
a aullar su angustia.
Ximé,
contra el olvido,
lo mejor es guardar silencio como la muerte,
que al cabo se parece mucho a la contemplación del mar
en las noches de este otoño.
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