tómalo con tus manos de cera,
límalo por los ojos,
hazlo sangrar en morriña
y con cada polen de letra que le arranques,
cedamos de a poco
a la lenta tribulación del olvido.
Yo moriré así como lo andes
de palabra en palabra,
de frase en frase,
socavándome a su suerte.
¡Destázalo!
No esperes al borde de la duda, no quieras entenderlo,
de nada sirve una pasión
marchita en tallo.
Acábalo
de un zarpazo,
sin remordimientos ni suspiros,
que la nostalgia es poesía pura.
Y mostremos con la agonía misma del minotauro,
la muerte que le precede a los que vienen detrás de nosotros
antes que sea demasiado tarde
y el arrepentimiento nos condene
al encierro de algo que ya no somos…
amantes serenos en un sol de media noche.
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