Ya que lo preguntas respondo,
yo no quiero quererte, pero te quiero,
como quiere el creyente al cordero,
como no debo, como sólo yo puedo.
Cuando quiero acercarme, no te acercas,
huyes, volteas, rasgas y te haces de piedra,
estatua de mármol y compás de espera,
no se por qué te quiero, aunque no quiera.
Por mis pupilas ha crecido un pantano,
antes era un templo de sueños,
ahora amada mía, no es jardín de primavera,
Es un valle de muertos,
un arlequín oxidado,
un amor con espinas,
un latido sepultado.
Esperando de tus ojos un relámpago,
bordé mis suspiros a la lluvia
y mi silencio al cáncer del futuro.
Pero ha sido inútil;
mi tristeza es limpia,
y mi amor muy joven.
Ni con trece lágrimas juntas,
labrarías a tu pecho mi nombre.
Yo que tanto busqué hacerte mía,
no con mantos invisibles de te quieros,
sino con labranzas de jornadas amorosas,
no te bastaron las rosas
que sembré en tus mejillas.
Ahora dejo a Dios una última elegía,
después de dar respuesta a tu fría egolatría...
¿Por qué mujer de industria?,
¿por qué tenía que ver el fracaso de mi mundo
a través de tus ojos,
a través de tu vida?
1 comentarios:
Sólo mirando todas las aristas de aquellos que en algún momento nos brindan felicidad, podemos aprender a aceptar la naturaleza humana, tan simple y compleja, siempre impredecible. Y son precisamente esos instantes y esas personas los que inevitablemente forman parte de la expectativa del resto, cuando en realidad su papel es reforzar la propia expectativa, pero es una lección que siempre es difícil aceptar y de cualquier forma seguimos en el camino. Un abrazo mal amigo!!!!
Publicar un comentario