a las paredes frías del laberinto,
al tic tac de la muda tempestad de la madrugada.
Lo peor de todo han sido los amaneceres,
cuando las yemas del día me embalsaman a su fragancia ausente,
al adiós declarado por la tregua del fracaso.
Hoy los atlantes inician anorexia
y yo respondo a su decadencia con una piedra en el cielo.
¿Que decir del cíclope?,
se quedó ciego completamente,
le salieron cuatro ojos y cuatrocientas perlas sabor mar.
Al narrador de los cuentos
se le escaparon las hadas
y al azar le dejo cambiar las rosas por cigarrillos.
Ayer descubrí que la puerta del llanto es la nariz
y las manos el zaguán de la tristeza,
toda vez que se ha dicho adiós se quedan frías,
estancadas, inútiles;
por razones extrañas se duermen,
quizá buscando que se duerma también el amor,
que se eche a dormir la ausencia...
apedreando el insomnio.
Así,
estático,
fijo en los recuerdos,
me adhiero al silencio
y a la muda tempestad de la madrugada
en que mi hermosa señorita Carper cose y cose,
mientras yo trato sutilmente
de descosérmela del alma, de los ojos
y de las manos,
para no morirme de tristeza, de recuerdos y de amor
2 comentarios:
¡Hola! Pasaba por aquí y me detuve a leer un poco. Hace un tiempo Carlos Du dejo unos comentarios positivos en mi blog y no se por que designio del destino hoy repasando lo editado encontré aquella crítica. Entonces pase a ver que sucedía aquí y me gusto. Seguramente los agregare a mi lista de sitios y den por seguro que regresare muchas veces más. Un gran saludo desde Argentina…
Emotivo, refleja mucho de lo que ahora sientes tú, hay imagenes valiosas, pero te estas olvidando un poco de crear un lenguaje propio, de repente siento q estoy leyendote algo que ya te habia leido, regresa a la mujer industrial de manera victoriosa, haz al fenix de la mujer industrial.
Ivan Valmun.
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