La casa no habla, no quiere hablar.
Por sus venas ya no corren niños,
no hablan las flores, no cantan los pasos de la familia.
La chimenea se ha llenado de semen de polvo,
de blanca ausencia de días de invierno.
Muere entre arrugas de humedad,
entre ramas volcadas a tapar ventanas.
Sus poros se fuman el viento,
sus muros el tiempo,
sus puertas el recuerdo de días de tabaco, vino y festejos.
Nadie más habita la casa,
nadie más que un montón de hierba mala
y muebles amputados.
Los armarios, viejos, olvidados,
encerrados en un asilo, han perdido fulgor por la vida;
su dócil silencio, su llanto perpetuo de noches insomnes,
no dejan dormir a los fantasmas.
Pobre casa,
arrinconada en la esquina del barrio,
como castigada por los años y la erosión de las costumbres.
Pasa todas las noches temblando de lunas,
de ser penetrada, de ser habitada en el corazón de sus habitaciones
¿Es qué las casas también enferman de cáncer?
Por sus venas ya no corren niños,
no hablan las flores, no cantan los pasos de la familia.
La chimenea se ha llenado de semen de polvo,
de blanca ausencia de días de invierno.
Muere entre arrugas de humedad,
entre ramas volcadas a tapar ventanas.
Sus poros se fuman el viento,
sus muros el tiempo,
sus puertas el recuerdo de días de tabaco, vino y festejos.
Nadie más habita la casa,
nadie más que un montón de hierba mala
y muebles amputados.
Los armarios, viejos, olvidados,
encerrados en un asilo, han perdido fulgor por la vida;
su dócil silencio, su llanto perpetuo de noches insomnes,
no dejan dormir a los fantasmas.
Pobre casa,
arrinconada en la esquina del barrio,
como castigada por los años y la erosión de las costumbres.
Pasa todas las noches temblando de lunas,
de ser penetrada, de ser habitada en el corazón de sus habitaciones
¿Es qué las casas también enferman de cáncer?
1 comentarios:
Qué lindo texto.
¡Son tan tristes los espacios vacíos!
Besotones!
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